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Intimidades y “realidades” de Leonardo, por Juan Antonio Sánchez López

HOMENAJE A PICASSOVocación y esfuerzo sintetizan la trayectoria de Leonardo Fernández. La vocación despierta en momentos tempranos de su vida la decisión de dedicarse a la pintura. El esfuerzo le estimula a mantener el compromiso por encima de adversidades y circunstancias coyunturales. Junto a ambos factores, un tercero; la sinceridad. Leonardo es un artista educado en aquellos presupuestos que entienden la pintura como un ejercicio clásico de técnica, composición, dibujo y colorido. Y como tal, asume de manera libre y premeditada un lenguaje académico con el que llega a establecer una identificación plena. No le orienta otro objetico que el de satisfacer una convicción individual al margen de cualquier género de pretenciosidad, de justificación retórica, el debate y la hagiografía de causas perdidas.

No sorprende que primen en su obra las facetas miméticas que aspiran a excitar los mecanismos sensitivos de la visión. Y en última instancia, también invitan a la búsqueda de detalles nacidos del derroche de paciencia y meticulosidad aplicados por el pintor. Con ello, espera dar cauce a una sensibilidad narrativa proclive a escudriñar lo descriptivo hasta su ámbito más pormenorizado. El objeto de interior en su más variada diversificación se integra en la atmósfera del cuadro en una amplia gana de “escenarios” que oscilan desde la intimidad de la alcoba femenina, al rincón bohemio y desaliñado del estudio donde se agolpan viejas reliquias fotográficas junto a eternas estampas de cina, sin olvidar la atmósfera entrañable de recovecos domésticos que forman parte ya de la memoria de un tiempo “redescubierto” por el imprevisible comentario y la “indiscreción” del espectador de turno, al que se tienta a hurgar en los cajones semiabiertos de la casa. Las flores y la intimidad sugerente de un universo femenino pletórico de lirismos conviven con otras composiciones donde la presencia desconcertante, aséptica y “extraña” de la máquina pone a prueba la habilidad del pintor para enfrentarse a la imitación de tipo de materias y texturas. En cualquier caso, se impone el contraste mediante su yuxtaposición a otros iconos. En ellos se introducen connotaciones sensoriales aportadas por la fragilidad y transparencia del vidrio, la calidez de la madera torneada y moldurada con profusión de arabescos, la sequedad de la pieza ebanista, la tersura de la cerámica polícroma, la rugosidad del metal oxidado, el candor de la porcelana y el refulgir de la plata.  No falta tampoco la propia imagen del artista reflejada en el bruñido entorno de una superficie que se resiste a despojarse de su frialdad y pugna por incorporarse a la vida. Las entonaciones claras subrayan los alardes técnicos de numerosidad obras especialmente inclinadas al estudio lumínico y atento a las cualidades del objeto.

No en balde, las calidades táctiles del objeto se antojan como el primer garante de su corporeidad. Unos valores resueltos siempre con el toque aparentemente espontáneo de lo cotidiano. Así reivindica el gusto por vencer la dificultad de representar e imitar la realidad por cuestión de puro y simple placer.

Juan Antonio Sánchez López

Departamento de Historia del Arte

Universidad de Málaga

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