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Leonardo Fernández: Sinfonía de Luz y Color, por José Morales

Calle Alta (Málaga)Se llama Leonardo y es de Málaga. De niño se las anduvo entre calle Tomás de Cózar  y el entonces Museo de Bellas Artes, donde el palacio del Conde de Buenavista en calle San Agustín; de joven, profesó devoción por don Juan Baena, y de mayor, se afincó donde el rebalaje de las brisas del mar nuestro que suben, desde la playa camino de la orilla.

Admira la pintura malagueña del XIX, y a veces uno se da en pensar que es el último de aquella larguísima nómina: Muñoz Degrain, Moreno Carbonero, Ferrándiz, Blanco Coris, Simonet, Nogales, Martínez de Vega, Denis Belgrano…, que se ha prolongado, dos siglos después hasta el XXI, (que no es más que un baile de los números romanos), o la proclamación de una manera de enteder el arte de la pintura que aquí se asume así: armonía y belleza juntas en el realismo más puro y más luminoso.

Eduardo Rueda dijo de él que es el pintor de los grifos. El pintor de los grifos de agua clara que destilan pureza y perfección. A los cuadros de Leonardo (no se olvide nadie que es de Málaga, porque si fuera de algún otro sitio, ¡ni les digo!) ni les sobra ni les falta nada. Ante ellos, a uno le quedan dos posturas, la de dejar bullir, por arte de birlibirloque, lo que llevamos dentro, o la del ensimismamiento ante la obra bien hecha y, luego, como el taurino, afirmar que tienen la magia del capote de Curro Romero y el sitio de José Tomás, porque Leonardo borda la pintura, si es que la pintura puede bordarse, y sus pespuntes son con hilos de luz de Málaga y brisa de sal y mar.

En sus lienzos Leonardo hace ensoñar bodegones, gotas que resbalan por uvas maduras, rosas de amor y recuerdos en jarrones imposibles, hilos de agua que se pierden en el patio recoleto e íntimo donde un día fuimos niños y, a pesar de todo, el tiempo corrió en nuestra contra. Placea su pintura por Tarragona, Lérida o Barcelona. Aquí se queda el duende de las casas de vecinos en las calles viejas del Perchel o de la Trinidad, y hasta allí se va, en los cuadros de Leonardo, el misterio, que damos en llamar arte.

José Morales

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