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Vida y Copia de Moreno Carbonero

pintando meta sudanteJosé Moreno Carbonero nació en Málaga en la linde del Perchel y la Trinidad en 1858, y murió en Madrid el día 15 de abril de 1942. De vocación artística precoz, Bernardo Ferrándiz lo recibe entusiasmado como alumno siendo aún muy niño.

En 1872 presenta en la exposición del Liceo la obra “La posada de la corona”, con la que obtiene medalla de oro. En 1876 es pensionado en París por la Diputación Provincial de Málaga. En 1881 obtuvo medalla de oro en la Exposición Nacional con la obra ‘El príncipe Carlos de Viana’. El pintor acababa de cumplir los 25 años, y gracias a esa obra consigue una pensión de mérito para estudiar en Roma.

Es en la capital italiana donde realizaría una de sus obras más conocidas ‘La Meta Sudante’, que se conservaba en el Museo de Málaga, y hoy día está guardada en el Palacio de la Aduana (esperemos que algún día podamos volver a disfrutar de ella). Su época de mayor esplendor comprende desde 1881 a 1900.

Es artista cultivador de varios géneros. En su faceta como pintor de Historia, extrae la memoria histórica de los relatos literarios. Sobriedad, mágicos toques de color, el juego de los blancos, y la dosificación de la luminosidad constituyen las características más importantes en sus cuadros. Triunfa plenamente con la obra ‘La conversión del Duque de Gandía’. Las características de sus paisajes son la eficacia del dibujo, el brillo y el encuadre. En el retrato se le consideró como el maestro de su tiempo.

José Moreno Carbonero fue uno de los mejores pintores que ha tenido Málaga. Su obra se anticipó al hiperrealismo. Es -el pretérito no existe en artistas que nos dejaron el legado de su obra- un pintor de pincelada segura y valiente, y un excelente retratista. Por eso, cuando a partir de 1970 estuve estudiando a los pintores de la Escuela Malagueña me fascinó una de sus obras, ‘La Meta Sudante’, que en aquel tiempo estaba expuesta en el Museo Provincial de Málaga.

Esta obra tenía tres metros de ancho por dos de alto, y me propuse, como reto personal, copiarla. Sin embargo, para que no fuera igual que la original, le quité tres centímetros por cada lado. Debido a las dimensiones del cuadro, y para no quitar la visión del original a los visitantes del Museo, mientras yo hacía la copia, plegué el bastidor en dos partes, como si fuera un libro, poniendo dos bisagras en el centro del bastidor.

Mi último maestro de pintura fue Don Juan Baena, que fuera alumno de José Nogales, y de él me vino la influencia de la pintura malagueña. Don Juan me decía que copiando de los grandes pintores conseguías diez años de ventaja sobre el resto, así que aquello se me quedó grabado, y por eso me decidí a copiar esta gran obra, que aunque supuso tres meses de gran trabajo, el resultado mereció la pena, porque había superado el reto de copiar un gran cuadro.

Leonardo Fernández González

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